Era de esperar que hubiera pocos cambios en el rendimiento de los monoplazas tras el parón estival y así ha sido. La vida en la fórmula 1 sigue por los mismos derroteros que en el inicio del a temporada allá por el mes de marzo, con los Mercedes al frente.
La victoria de Hamilton de este fin de semana en la carrera de Spa le sitúa muy cerca, y eso que estamos a mitad de temporada, de su tercer entorchado mundial, segundo de forma consecutiva. Los 28 puntos sobre su compañero Rosberg y la superioridad demostrada por el piloto británico avalan esta afirmación.
La decepción del verano tiene dos caras. Por un lado la de Ferrari. Las vacaciones últimamente no les sentaban bien a los de Manarello, pero este año, con un coche bastante competitivo en algunas pruebas, parecía que iban a recortar la ventaja con los mercedes. Le viernes apuntaban maneras. El sábado apuntaban incógnitas. El domingo se desvanecían. Se confirma que el verano italiano les sienta mal a los de rojo. En lugar de acercarse a la estrella de mercedes, se han alejado de su alerón trasero.
La otra cara de la decepción está otra vez del lado de Mclaren. El presidente de Honda prometía que tras el verano y concretamente en esta carrera, su motor iba a estar a la altura de Ferrari. Ni por asomo. Están a más de tres segundos de la cabeza y eso, vuelta tras vuelta, no solo es un calvario, sino que es una vergüenza para un equipo ganador como Mclaren.
Los únicos que sí han cumplido con lo esperado han sido los indios de Force India. Prometieron un coche competitivo en Spa y lo han cumplido. Lotus y Red Bull también han dado un paso al frente, pero en la distancia abismal con Mercedes.
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