domingo, 10 de marzo de 2013

El Imperio en el que nunca se ponía el sol


Corría el año  1561 cuando  el monarca español Felipe II,  cansado de ir con la casa “a cuestas”, situaba su corte en Madrid. Desde este momento se hacía oficial lo que ya era un secreto a voces por todo el Imperio Hispánico, La península era el centro de todas las posesiones, inmensas posesiones, incontables para muchos, que el rey español, Felipe, apodado “El Prudente” tenía lo largo del mundo. Un mundo que ya se aceptaba redondo pero que hasta hacía poco tiempo era plano. Bien, pues dentro de ese mundo, aunque parezca mentira, una gran parte le pertenecía al monarca hispano.
  Tales eran estas dimensiones del mismo, que en la época del rey de la casa de Austria, se decía que en su Imperio nunca se ponía el sol. Afirmación que es del todo correcta porque  realmente siempre existía alguna posesión española en la que era de día. 
 Para ser justos con los monarcas españoles, cabe decir que los sucesores de Felipe II, su hijo Felipe III  y su nieto Felipe IV, también disfrutaron de un Imperio de dimensiones extraordinarias, pero ninguno tuvo el poder  y el respeto que el vallisoletano Felipe II se ganó .
  ¿Cómo se hereda un Imperio de esas dimensiones? Buena pregunta.  Como ya es sabido dentro de las familias nobiliarias, y más si tienen relación con la monarquía, el amor en los matrimonios es algo que no existe o que se veía en raras ocasiones. Uno de los pocos ejemplos amorosos es la obsesión que tenía Juana “La Loca”, abuela de Felipe II, por su marido Felipe “El Hermoso”, pero eso es otra historia. Bien, pues era difícil encontrar el amor puesto que todos los matrimonios eran pactados por los padres con algún objetivo. Objetivo que siempre tenía las mismas intenciones: tierras, poder, dinero…
  Los antepasados de Felipe II habían llevado a cabo una perfecta política de  alianzas que lo habían convertido en ese poderoso rey que era temido allá por donde pasaba un soldado español. ¡Que vienen los españoles! Gritaban los atemorizados niños holandeses cuando el ejército hispano realizaba alguna incursión por las tierras de los tulipanes. 
Suya era la mitad de Europa Occidental, casi todo el continente americano, las Filipinas y parte de la costa africana y  enclaves en Asia puesto que también se había convertido en rey de Portugal, con todas las posesiones que ello llevaba unido. 

    Pero “El Prudente” no solo era famoso por las posesiones que tenía. Lo era también por el imparable ejército del que dispuso.  Si algo le sobraba a España en esa época era oro y plata que llegaban en los barcos de las minas americanas, metales preciosos con los que se mantenía una costosa política imperial. España estaba metida en cualquier conflicto bélico. Había que luchar contra Francia, pues para allá que íbamos. Problemas con los protestantes, pues lo mismo. ¡ Qué vienen los turcos! Pues más de lo mismo. Éramos como Estados Unidos, que está metida en todo, pero en el siglo XVI. Tanta guerra hizo que realmente España, el pueblo, no notase las bondades que ofrecía el dinero. De hecho, muchos historiadores confirman que cada vez se vivía peor en la rica España.  Todo el oro y la plata  se iban con dirección a Italia, donde estaban los prestamistas florentinos que tenían como mejor cliente al rey español.  Ahora entenderéis la razón por la que se hicieron tantas obras de arte durante el Renacimiento en Italia. Había dinero de sobra. Más de la mitad del David de Miguel  Ángel nos corresponde, que lo manden.
Pero esta bonanza del ejército español no fue eterna. Todo se acaba. Cuando comenzaron a agotarse las minas americanas, comenzó a empequeñecer  el Imperio Español. Felipe II logró salvar los muebles y lo mantuvo intacto. Sus descendientes no corrieron la misma suerte.  Es triste pero cierto. España fue importante y poderosa mientras había metales. Una vez que se agotaron arrastraron al Imperio más grande que hasta ese entonces había conocido la humanidad. 

domingo, 3 de marzo de 2013

El caso Armstrong (otro mito por los suelos)




-¿Usó Armstrong sustancias prohibidas? "Sí". Eran las 3.o5 de la madrugada del viernes 18 de enero de 2013 en España. Definitivamente caía otro mito. Lance Armstrong, el ciclista que había llenado las páginas más gloriosas del ciclismo moderno, confesaba que se había dopado de forma sistemática en  todas las competiciones en las que había participado desde el año 1998 hasta el 2005 (época en la que rompió todos los récords habidos y por haber en el ciclismo)

  Situemos al tramposo en lo alto de la cima. Más adelante lo dejaremos caer. El 24 de julio de 2005, ante unos Campos Elíseos de París repletos de aficionados, Lance Armstrong celebraba su séptimo Tour de Francia consecutivo. Se había convertido en el mejor ciclista de todos los tiempos y había impuesto un récord de victorias en la ronda gala que difícilmente alguien podrá, cuanto menos, igualar.  El más cercano a esa cifra y el poseedor hasta ese momento de la mejor racha de victorias era el navarro Miguel Indurain, que había vestido cinco veces consecutivas el maillot amarillo por la calles de París en los años 90.

  Todos saben que el Tour de Francia es la carrera ciclista más dura del mundo y la que más fama y prestigio otorga al ganador. Por este motivo no es de extrañar que muchos de los que se han dopado hayan sido "enganchados" durante esta competición.

 Volviendo al "mito". Lance no solo era el mayor héroe en la historia del ciclismo por sus siete triunfos en Francia, algún que otro mundial o las impresionantes exhibiciones que realizaba en las carreras cuando el terreno llano daba paso a las empinadas cuestas de los puertos de montaña. Lo era también porque antes de sus siete tours, logró la mayor victoria de su vida ( esta si que es real. Superó un cáncer testicular en el año 1996.

 Armstrong, incluso cuando el cáncer casi acaba con su vida, sorprendió a todos.  Una vez que lo eliminó volvió a las carreteras y fue entonces cuando comenzó la más exitosa de las carreras deportivas que se recuerdan.

  Muchos, entre los que me incluyo, dudábamos que un ciclista pudiera ganar un tours tras otro con la facilidad que lo hacía él.  Sin dar muestras de debilidad en ningún momento y sin que le diera ninguna "pájara" como les pasaba a todos  los ciclistas de vez en cuando ( incluso el mismo Induraín pasó algún día las de Caín por ahí en las  cumbres francesas).  Además, había creado una asociación sin ánimo de lucro llamada  Livestrong para luchar contra en cáncer ( la famosa asociación de las pulseras amarillas).

  Bueno, pues ahí lo tenemos. Americano ( muy importante para esto de crear mitos y héroes), deportista, había superado un cáncer, había ganado durante 7 años las pruebas más importantes del ciclismo y tenía una asociación sin ánimo de lucro. Todo era perfecto. Ya tenemos otra vez el sueño americano cumplido.

  Pero aqui empieza la caída.  Estando todavía en plena competición ( por plena competición entiendo antes de su primera retirada como profesional en 2005. Entre 2009 y 2011 volvió  otra vez, pero esta vez no fue ni una sombra de lo que fue en su día....Posiblemente no había EPO en su sangre) empezaron las primeras voces que hablaban de dopaje. Sacrilegio parecía entonces. Es Armstrong, el mito, el que le había demostrado al mundo que con esfuerzo y superación todo se consigue ( y más si tomas algunas cosillas ). Si alguien osaba a decir algo en su contra, todo el mundo se lanzaba contra él como hienas hambrientas. 

 Pero ocurrió algo en el  ciclismo con lo que el estadounidense no contaba.  Día tras día comenzaban a aparecer más casos relacionados con el dopaje en el  ciclismo. La operación puerto ( que está en plena investigación actualmente), el caso Festina, aparición de  nuevas sustancias dopantes, confesiones, muertes de ciclistas que supuestamente habían abusado de esas sustancias. Los cimientos del ciclismo se estaban tambaleando. Nadie veía el  deporte de las dos ruedas como algo limpio. Nadie tenía miedo a hablar. Las tornas habían cambiado. De hecho, fue tan grande el cambio, que  los ciclistas tenían que demostrar que eran inonentes. La  confianza en el sufrimiento del ciclista había acabado.

 Pronto aparecieron noticias (año 2006) de que había muestras  congeladas de que Armstrong se había dopado en 1999 con sustancias que en esa época no se conocían y, por lo tanto, no se buscaban en los análisis. Libros escritos en los que se afirmaba que se había dopado, artículos y declaraciones en las que se le acusaba de tramposo. El "Héroe" seguía impertérrito antes las acusaciones y negaba rotundamente haber hecho trampas. Además, no dudaba en denunciar a los que lo acusaban y sacarles la mayor cantidad posible de dinero como indemnización por los daños morales que le hacían a su persona, familia y asociación. 

  Pese a estos juicios en los que el "tejano tramposo" siempre salía victorioso ( ganaba porque nunca dio positivo en un control antidopaje... Lo tenía todo atado y bien atado) surgió otro inconveniente. Pillaron y suspendieron por dopaje a un antiguo compañero suyo, Floyd Landis. Este compatriota del "Héroe" lo acusó directamente de haber usado drogas para mejorar el rendimiento. Pero este no fue el único testimonio. Muchos corredores lo incriminaban. El mundo se ponía en contra de Armstrong.

  Fue entonces, ante este aluvión de denuncias, cuando la USADA (agencia estadounidense anti-dopaje) tomó cartas en el asunto y empezó a investigar. En verano de 2012 es acusado formalmente de usar sustancias dopantes. En octubre de ese mismo año, la agencia estadounidense presentó un informe titulado " Decisión razonada" por el que, pese a que nunca ha dado positivo en un control,  se le acusaba de usa potenciadores del rendimiento durante toda su carrera deportiva. Era el principio  del fin. Todo el mundo del deporte y lo que no es deporte estaba asombrado. Armstrong renunció a su derecho a defenderse. La UCI, los jefes del ciclismo mundial, le quitaron todos los títulos conseguidos entre 1999-2005, incluidos los siete tours. 

 ¿Al negarse a defenderse admitía que se había dopado? ¿Estaba cansado defenderse? El mundo parecía dudar. Había quedado casi demostrado que había consumido sustancias prohibidas, pero el mito no había caído, todavía.

-¿Usó Armstrong sustancias prohibidas? "Sí"
-¿Usó EPO (la droga que estimula la producción de glóbulos rojos)? "Sí".
-¿Se sometió a transfusiones y dopaje sanguíneo? "Sí".
-¿Usó testosterona, cortisona y la hormona del crecimiento humano? "Sí".

-¿Lo hizo en todas sus victorias en el Tour de Francia? "Sí".


   Estas fueron las cinco preguntas  que fueron formuladas por la periodista estadounidense Oprah Winfrey y respondidas por el ciclista tejano. Armstrong confirmaba, por primera vez, que había hecho trampas y que ninguna de sus victorias fue legal. Ahora si que caía como un castillo de naipes el gran lance Armstrong, que comparte apellido con otro héroe, el que el 21 de julio de 1969 ponía el pie en la luna, hecho que por muchos también tiene luces y sombras. Neil, el de la luna, fallecido el año pasado, sigue en lo alto de la cima. Lance, el ciclista, cayó y ahora debe hacer frente a las innumerables denuncias que está recibiendo y es posible que hasta acabe en prisión.  Lo que si es es seguro es que el daño que le ha hecho al ciclismo es incalculable y que , mirándolo por el lado bueno, Indurain vuelve a ser el  que más tours de Francia ha ganado de forma  consecutiva. AUPA MIGUELÓN (como decía J.J. Santos)