miércoles, 27 de septiembre de 2017

El juego que puede condenar al mundo

Hace unas semanas escribí una entrada sobre el conflicto entre Corea del Norte y EEUU en el que estaba totalmente. convencido de que una hipotética guerra estaba, pese a toda la parafernalia de ambas partes, bastante lejos de llegar a producirse. Las razones que argumentaba, en resumen, eran que Corea del norte sabe que sería su final, pero EEUU no puede permitir que por unas amenazas de un desequilibrado estalle una guerra donde miles de surcoreanos serían aniquilados en cuestión de minutos dada la cercanía de la frontera.

Misil enseñado en una de las demostraciones de poder coreanas
  Sigo pensando que el líder norcoreano, que es dueño y señor de un país, que hace y deshace a su antojo, no va a iniciar una guerra en la que antes o después perdería ese estatus de monarca absoluto al más estilo de la Edad Moderna. ¡Ya quisiera Luís XIV para sí el poder de kim jong-un!
El problema viene y esto es lo que me crea cierta incertidumbre, en que últimamente, más allá de avivar su lengua contra EEUU, ha iniciado un juego
balístico peligroso. Ha mandado dos misiles para que sobrevuelen Japón y dice que el siguiente lo mandará a la isla de Guam ( reducto americano en el Pacífico con una importante base militar) Cuando envías un misil sabes desde donde lo lanzas y te imaginas donde cae, pero, en el aire, pueden pasar muchas cosas y un accidente entra dentro del abanico de las posibilidades. Accidente que, estando Trump como presidente de EEUU, sería motivo más que suficiente para la declaración inmediata de la guerra. Recordemos que Trump no es político, es un adinerado empresario que ha caído en la presidencia de la primera potencia del mundo y no está acostumbrado a que nadie le mire por encima del hombro, algo, que día sí y día también, está llevando a cabo el señor todopoderoso coreano.