miércoles, 23 de diciembre de 2015

Las urnas han hablado, pero ¿ahora qué? ¿Quién nos va a gobernar?

Resultado de imagen de cuatro candidatos presidenciales
Entre ellos anda el juego

El pueblo español ha ejercido su derecho a voto y con él ha fragmentado el parlamento. Era algo de esperar, pues los ánimos estaban bastante crispados con los dos partidos tradicionales y, según indicaban todas las encuestas, los partidos emergentes iban a ser capaces de capitalizar todo ese desencanto provocado por la corrupción y los recortes.
 Una vez confirmadas esas expectativas de fragmentación, llega el momento de intentar gobernar y para ello las sesiones de investidura. En la primera convocatoria de esta sesión, el candidato a presidente debe obtener mayoría absoluta en la votación, algo que ahora se antoja imposible pues ni sumando dos partidos ( salvo PP y PSOE) sale esta ecuación, máxime cuando hace falta que otros partidos no solo que no voten en contra del rival, ni se abstengas, sino que voten a favor de la investidura del partido rival. Si este primer intento falla, llega la segunda y sucesivas rondas, donde ya sirve con una mayoría simple, siempre y cuando esta supere a los votos en contra. El que quiere ser presidente debe lograr, al menos, que los otros se abstengan. Aquí es donde comienzan las negociaciones:

   1. El PP es el primero el que debe mover ficha. Con 123 diputados es el partido con más representantes en el congreso, pero lejos de los 176 que marcan la mayoría del hemiciclo y necesarios en la primera votación. Los populares cuentan con la abstención de Ciudadanos. El partido de Rivera dijo en campaña que no bloquearía la investidura de la lista más votada y que se abstendría. El problema para los conservadores viene marcado porque  PSOE y Podemos suman 159 votos, por lo que sería muy fácil bloquear la investidura de Rajoy. Aquí acaban las posibilidades del PP. Ahora le toca mimar a su archienemigo PSOE para conseguir, al menos, que no vote en contra.

2. Otro partido que podía gobernar sería el PSOE, pero los socialistas, hagan lo que hagan pueden salir perdiendo y mucho. Si no bloquea la investidura del PP, muchos simpatizantes lo tacharán de traición pues con sus votos está permitiendo que el enemigo coja el poder. Si, por otro lado, vota en contra del PP y quiere forman gobierno, necesita que otros partidos lo apoyen, pues el PP siempre votará en contra ( y más si han fallado las conversaciones que se postulaban en el anterior punto), por lo que a los 90 diputados socialistas hay que añadirle, mínimo los votos de Podemos.  La formación morada, que dijo en campaña que no apoyaría a nadie, se muestra ahora partidaria de pactar siempre que se cumplan las líneas maestras de su programa. La primera de ellas es que se produzca el referéndum sobre Cataluña. En el hipotético caso de que Pedro Sánchez aceptara esto, los cimientos del socialismo en España se tambalearían.

  Ambas situaciones han convertido a Pedro Sánchez, el que ha llevado al PSOE a los peores resultados en su historia, no solo a ser la llave del futuro gobierno de España, sino a que haga lo que haga, ser criticado, salvo, eso sí, que no apoye ni a uno ni a otro. Esta opción, que es la única que no fagocitaría de inmediato a los socialistas, acarrearía nuevas elecciones. La ley marca que dos meses después de iniciarse el proceso de investidura no hay acuerdo, automáticamente hay que celebrar nuevos comicios.

 Esto acaba de empezar. Siéntense y  disfruten  que poco a poco desgranaremos en el blog todos los pasos hacia la Moncloa.

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