Las elecciones más mediáticas de una comunidad autónoma han entrado su recta final. Todo el mundo habla de lo mismo, de la independencia de Cataluña. Cuando digo todo, es todo, el real. Nada de metáforas. Desde Obama hasta la canciller alemana. Todos han conseguido lo que quería Mas con su órdago a la democracia, estar en boca de todos.
El domingo pase lo que pase ganará la ruptura. Daño que los dirigentes catalanes han conseguido en los últimos 5 años. Ruptura pues aunque gane la cordura y el frente secesionista no venza, ha fracturado en dos a la sociedad catalana y los dejarán abandonados. El perdedor se esconderá, con un discurso victimista argumentando que la maquinaria del Estado ha conseguido engañar a los catalanes con la teoría del miedo, como el propio Mas está repitiendo. Está labrando su era. Teoría del miedo que ha llegado incluso a decir que el Barça sería expulsado de la liga.
Si gana el bloque independentista, que es lo que todas las encuestas vaticinan, ganará la ruptuta. El caos. Mas, si es fiel a su palabra, declarará la independencia de Cataluña. El gobierno tirará de la ley, declarará en rebeldía a Cataluña y suprimirá temporalmente su autonomía. Suena duro, pero legalmente ese es el camino. El camino que ha marcado Mas. El camino que si los catalanes deciden coger el domingo, llevará a una situación absurda. A un lío, a una encrucijada que no se la merecen los catalanes, que a fin de cuentas son los que más la van a sufrir.
Que reine la cordura. Si alguien se quiere separar que lo haga, pero primero hay que cambiar la ley, ley que puede estar obsoleta pero a día de hoy es la que vale. En manos de los votantes está volver a la normalidad.
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