Que la liga estaba difícil para los blancos estaba claro antes de la jornada de esta semana, pero tras el nuevo traspiés blanco en la Rosaleda y el triunfo del Barcelona contra las Palmas, deja la liga para los blancos a más de media vida de distancia.
El equipo de Zidane solventa con nota los partidos en casa, pero aquellos que son lejos de Madrid se atascan y se espesan en demasía. Fruto de ello es que desde la llegada del técnico galo, de las tres salidas ligueras dos se han resuelto con empate y una con victoria in extremis. Poco botín para cualquier equipo que quiera luchar contra un Barca que lleva 29 partidos sin conocer la derrota.
En la primera mitad de la Rosaleda, el Málaga puso más corazón y presión, pero los visitantes supieron aguantar el ímpetu local y en una falta, Ronaldo en claro fuera de juego adelantaba a los blancos. Un minuto después, el propio jugador portugués pudo ampliar la diferencia, pero Kameni acertó y paró el penalti mal lanzado por el luso.
La segunda parte fue soporífera, más aún que la primera, aunque la incertidumbre en el marcador servía como fino hilo conductor del encuentro. El Madrid andando esperaba que en alguno de sus acercamientos saltara la liebre, mientras que el Málaga, desfondado por el esfuerzo de la primera mitad, no era capaz de romper la portería de Navas. Cuando más cerca estaba el 0-2, un córner acabó con el gol del Málaga y ponía la puntilla a las aspiraciones merengues en el campeonato doméstico.
Zidane y los suyos se encomiendan a la Champions, que puede convertir una temporada mala en una buena temporada, pero cuando en febrero te encomiendas a una sola competición, mal presagio te espera.
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