La primera sensación que sintió el pueblo fue que el PP debía gobernar tras las segundas elecciones en medio año. Sus 137 diputados así lo abalan, pero pasa el tiempo y no suma ni un apoyo a esa cifra. A día de hoy solo cuenta con una posible abstención de Cs. y un no "a día de hoy" del PSOE. Poco bagaje para romper el inmovilismo de los partidos.
La segunda posibilidad se antoja también rara. Una coalición de izquierdas. Digo rara porque si tras las primeras elecciones no hubo acuerdo, y eso que las cifras cuadraban mejor que ahora, tras una pérdida de casi millón y medio de votos entre ellos y con la imperiosa necesidad de que los nacionalistas les apoyen, veo complejo esta confluencia por la izquierda.
La tercera y más decabezada sería una nueva repetición electoral, la tercera convocatoria en un año con la consecuente vergüenza que ello conllevaría. Aquí es donde, reflexión que a los votantes de izquierda no les va a hacer demasiada gracia, entre la (O)POSICIÓN SENSATA. Viendo la tendencia del voto entre unas elecciones y otras y, sobre todo, el sentir de la gente y los comentarios vecinales, unas terceras elecciones no servirían si no para fortalecer más a la derecha y al PP, puesto que con las grandes diferencias y rencores entre PSOE y Podemos, votarlos es dividir voto y ninguno va a sacar ninguna mayoría. El pueblo, que ya se cansó de la corrupción, también se cansa de la ineptitud de los partidos, por lo que quizás no vote lo más sensato, pero sí lo más seguro y lo que está más cerca de la mayoría.
Supongo que los partidos de izquierdas leerán esta situación mejor que yo, pero creo que aunque pese hay que dejar gobernar en minoría al PP y desde la oposición, con mayoría, tumbar todo aquello que se salga del guión y negociar todo lo negociable. Vamos, un acto de democracia.
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