martes, 1 de marzo de 2016

Tocado y hundido. El Madrid naufraga definitivamente.



La derrota contra el atlético de Madrid  no solo deja  a los blancos a doce puntos del líder, sino que los deja sumidos en una crisis futbolística e institucional de proporciones que solo el tiempo definirá. Difuminado el fulgurante efecto Zidane, las carencias de un equipo mal planificado han salido a relucir antes de lo esperado. Estar en febrero sin posibilidades reales de ganar la liga es muy duro para un club que presume de señorío.

  El partido contra el Atlético demostró que el problema no es el entrenador. La cultura del esfuerzo, que con tanto énfasis defienden desde las torres del palacio blanco, no la aplican a una plantilla llena de estrellas individuales, más pendientes de sus emolumentos monetarios que de hacer piña y formar un equipo, que es lo que se pretende cuando precisamente esto es un juego colectivo.

 Mucha culpa de esta situación viene desde arriba, desde la cúpula. Florentino Pérez, el omnipresidente que lo controla todo, siempre cae en el mismo error. Fichar estrellas o proyectos de estrellas aunque no sean necesarias. Un ejemplo que me viene a la cabeza es el caso de Danilo. El jugador brasileño, del que no dudo en su calidad, vino del Oporto por 30 millones a quitarle el puesto a Carvajal, un canterano que no costó ni un céntimo y no tiene nada que envidiar al paulista ( de hecho, le pone más ganas y más profundidad a la banda)
  Por una vez hay que darles la razón a los culés y en concreto a Piqué, cuando dijo su famoso " gracias Kevin Roldán, contigo empezó todo", haciendo referencia a la fiesta de cumpleaños de Ronaldo tras perder 4-0 contra el Atlético la temporada pasada. Ese año, muchos de los errores de la presidencia se acentuaron al echar, en contra de la opinión a Ancelotti, un entrenador que había conquistado la tan ansiada décima y apagado todos los incendios provocados por Mourinho. Con ese despido Florentino perdió el timón de un club que comenzó a naufragar lentamente.

  A todos estos desaciertos hay que unirles la felicidad que se vive en Barcelona, tierra del eterno rival. El año pasado hicieron un nuevo triplete y este año se encaminan hacia el mismo destino. Los palos son más duros si el rival está a años luz por encima tuyo, no solo en juego, sino también en ambiente y en actitud. Tomad nota.


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