sábado, 19 de abril de 2014

Justicia divina

Mientras la impía lluvia borraba la rayuela las palabras del párroco seguían retumbando en mi mente. El cuerpo se queda, pero el  alma vuela libre cuando exhalamos nuestro último suspiro- dijo en su homilía.
    Era el trabajo más complicado que había realizado. ¡ Pero qué demonios, que vuele!
    Mi jefe siempre  me pedía una prueba. Prueba de vida la llama él.¡ Vaya ironía ! No se me ocurrió otra cosa que llevarme que su alzacuellos aunque
quizá fue el mármol mojado o por qué no, justicia divina, pero  no recuerdo nada tras mi resbalón. Luego volé y  me reuní con el párroco.

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