martes, 26 de febrero de 2013

El faraón de los faraones


Máscara funeraria de Tutankamón
¿Por qué Tutankamón, 3300 años después de su muerte, sigue siendo el mandatario más famoso de todos los que gobernaron el Antiguo Egipto?


Corría el año 1354 a. C. cuando un joven faraón, conocido como Tutankamón, moría a la temprana edad de 18 años en la ciudad Egipcia de Tebas. Yerno del anterior faraón Akenatón, el joven mandatario era posiblemente asesinado dentro de una de las innumerables disputas palaciegas del Antiguo Egipto. Esta tesis del asesinato está siendo refutada en la actualidad al haberse encontrado evidencia de una fractura en la pierna, que al estar mal curada, podría haberle causado la muerte. Pese a todo, habían pasado tan solo 6 años desde que Tutanjatón, que era como se llamaba antes de acceder al trono, había sido nombrado faraón. 
Bien es cierto que en estos seis años tuvo poco tiempo para dejar huella en el Egipto del Nilo y la arena del desierto. Son pocas las referencias históricas y políticas que se tienen de él. Lejos de las faraónicas y excéntricas pirámides que sus lejanos ancestros habían construido como tumbas para su descanso eterno, “la imagen viva de Amón”, que era el significado de su nombre, fue enterrado en una recóndita cueva en el valle de los reyes (lugar en el que fueron enterrados la mayoría de los faraones) ajeno a los innumerables saqueadores que desde la antigüedad robaban los tesoros con los que los faraones eran enterrados. Pero entonces ¿De dónde procede la especial veneración que los egiptólogos sienten sobre este faraón¿

Los años pasaron sin que nadie tuviera acceso a este sepulcro (y eso que el valle de los reyes había sido saqueado hasta dejarlo prácticamente vacío) hasta que un egiptólogo y arqueólogo británico, Howard Carter, descubrió uno de los mayores tesoros de la humanidad, la tumba de Tutankamon. Este hallazgo, aunque algo casual, llevaba tras él un duro trabajo de investigación. En el año 1907, Davis, el arqueólogo que más tumbas egipcias ha desenterrado, encontraba en el valle de los reyes un anillo que presumiblemente pertenecía al faraón Tutankamón, perteneciente a la XVIII dinastía del Antiguo Egipto. Este hecho provocó que Carter iniciase la búsqueda de esta tumba a pesar de que el propio Davis comentó en 1914 que ya no quedaba ningún sepulcro por descubrir. Hasta 6 campañas consecutivas realizó Howard Carter en busca de la tumba, todas ellas financiadas por Lord Carnarvon, un acaudalado personaje inglés fascinado por los tesoros del Egipto faraónico. En ninguna de ellas consiguieron encontrar la tan ansiada tumba, aunque sí aparecieron diversos objetos con la inscripciones del joven gobernante. En el año 1922 se volvió a organizar un último intento por encontrarla. Cuando todo parecía perdido, Carter descubrió, el 4 de noviembre de 1922, en una grieta del valle de los faraones, una escondida y recóndita escalinata, que había sido rellenada de escombros perfectamente oculta a los ojos de los arqueólogos. Una vez que consiguieron desenterrar la entrada y tras los 16 escalones de bajada, llegaron a un muro que contenía la inscripción de Tutankamón. El arqueólogo británico en lugar de proseguir con la excavación de su prodigioso hallazgo, volvió a rellenar toda la escalinata, le puso vigilancia y mandó un telegrama a Lord Carnarvon, el mecenas de la excavación, que se encontraba en Inglaterra. El 24 de noviembre, cuando Carnarvon ya se encontraba presente, derribaron el muro y atravesaron un pasillo que contenía restos de objetos rotos. Al final del pasillo vieron una segunda puerta que volvía a contener los sellos del faraón, aunque mostraba ciertos signos de haber sido forzada en la antigüedad. Este muro de granito ocultaba, como los propios descubridores afirmaron, un tesoro de incalculable valor. En palabras de Carter “los tesoros allí presentes estaban fuera del ámbito terrestre, sencillamente no tenían precio para ser evaluados”. Entre los más de 2500 objetos, la mayoría de oro macizo, destacan muebles, vasos, 
innumerables piedras preciosas, estatuas y el trono real. Todos ellos estaban en perfectas condiciones de conservación. A pesar de encontrar estos tesoros, los arqueólogos estaban convencidos que la tumba había sido parcialmente saqueada en la antigüedad. Todas las puertas descubiertas hasta el momento habían sido forzadas y posteriormente reparadas por los vigilantes. Presumiblemente estas violaciones ocurrieron en la propia época faraónica.
Tras tres años de excavación Carter y su equipo llegaron hasta una puerta de oro macizo. Tras ella, una vez fue derribada, se presentó ante sus ojos, uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de la humanidad. Un gigantesco féretro de más de 5 metros de largo y tres de altura, de granito y recubierto de oro, contenía en su interior tres más pequeños, siendo el último de ellos, de oro macizo, el féretro del joven faraón.
Howard Carter analiza el sepulcro del faraón
Este sepulcro, que no había sido saqueado, contenía la momia del faraón. Esta estaba protegida por una máscara de oro que representaba los rasgos de un adolescente, posiblemente el rostro del propio Tutankamón.
Tras la publicación de estos descubrimientos el mundo entero se rindió ante los tesoros encontrados en la tumba del faraón y comenzó la leyenda que ha propiciado que este monarca, que reinó durante seis años y que no se le atribuyen grandes hazañas históricas, se haya convertido en el más famoso de los gobernantes del Antiguo Egipto. No es por su figura de faraón, es por el hallazgo de su tumba, prácticamente sin profanar, y los innumerables tesoros que en ella se encontraron, lo que ha encumbrado a Tutankamón como el faraón más famoso y conocido de todos los que a orillas del Nilo gobernaron hace 4000 años una civilización que a día de hoy sigue sorprendiendo y fascinando al mundo entero.


2 comentarios:

  1. Sí es verdad que todo apunta a que murió tras sufrir una caída de un caballo o de un carro y la herida se le cangrenó. Esa fue la conclusión a la que llegaron unos científicos que la sometieron a estudio realizándole varias resonancias, eso sí, con mucho mimo para no estropearla.
    Y estoy de acuerdo contigo en que quizá su fama se deba a la dificultad que supuso encontrarla y los fabulosos hallazgos.
    Que época tan fascinante!!!!!

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  2. Fascinante, interesante y en cierta medida oscura. Quedan muchas lagunas por estudiar

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