El origen del odio. La educación

Como el campesino que siembra o el ganadero que poco a poco va criando sus animales, el catalán independentista ha ido poco a poco aprovechando el Estado de derecho y las competencias de las Comunidades Autónomas para alzarse con cargos claves para sembrar separación, odio y rencor.  Este trabajo, que llevan realizando desde hace años, está dando  sus frutos ahora cuando radicales independentistas piden y claman por una independencia que sustenta sus bases en mentiras que desde pequeños les han inculcado.

Se me ponían los pelos de punta esta mañana cuando escuchaba el relato de un padre de un padre de un alumno de primaria de una escuela catalana al contar que ayer a su hijo de 6 años los sacaron al patio del colegio y les dijeron que la policía española es mala y que usaban las porras para cortar la libertad del pueblo catalán. Posteriormente les han indicado cómo les pega la policía española a los catalanes para posteriormente comenzar a corear todos "puta policía".

  No debería seguir escribiendo estas líneas puesto que con el párrafo  anterior creo que ya está todo dicho, pero voy a seguir para que veamos/ vean hasta el punto en el que están llegando los acontecimientos.

 Esto puede parecer una anécdota y algo propio del calentón, pero que a algún profesor se le ocurra allí hacer lo mismo pero al revés. Hablarles de los catalanes y de sus abusos, decirles que puede que no tengan razón en sus demandas y decirles que los mossos, su idílica policía, la que desobedece órdenes y siembra el caos en Cataluña, ha pegado cuando la situación lo ha requerido.Pues es ahí, desde  las escuelas, desde donde están sembrando su odio hacia los español. Los catalanes independentistas han logrado que en todos sus colegios se hable catalán, algo lógico, pero no aislando a los que no lo saben y tratarlos como extranjeros y poco a poco han politizado la educación consiguiendo homogeneizar el mensaje doctrinario que quieren imponer.

  Treinta años después todo ha explotado y se ha visto que los centros educativos, donde se debería dar una educación imparcial, son lugares casi de culto para la doctrina secesionista.