lunes, 2 de mayo de 2016

Fin de la legislatura del cambio

La XI legislatura, la que muchos calificaron como la del cambio, ha llegado a su fin de forma prematura y por qué no decirlo, estrepitosamente. Los partidos no han sido capaces de ponerse de acuerdo y el puzzle en el que se ha convertido el panorama político español ha quedado sin encajar.

  Si por cambio entendemos que es la primera vez que unas elecciones van a volver a repetirse, pues entonces hablamos de cambio, pero  creo que este no era el cambio que demandaba la sociedad y que parece que poco a ha cambiado. Lo único es que el voto en lugar de repartirse entre dos se ha repartido en 4, incapaces estos de hacer política y quitarse sus prejuicios.

  Una vez acabada esta legislatura se pueden hacer unas cuantas valoraciones. En primer lugar esta breve legislatura será recordada como la de las líneas rojas. Líneas rojas con las que los partidos no paraban de vetar cada una de las reuniones en las que se sentaban, incluso antes de ello. Han existido vetos incluso para las reuniones, donde algunos han sido incapaces de sentarse si iban miembros de otros partidos. Una desdicha.

 Algunos se han llenado la boca al decir que había que desalojar de la Moncloa a los que impedían el progreso del país. Los mismos que han sido incapaces de negociar sobre las necesidades reales de cambio pensando únicamente en dar el sorpasso al PSOE, pensando en nuevas elecciones desde el mismo momento en el que se cerraron los colegios electorales allá por el 20D. Por otro lado están los moradores de la Moncloa, que, con el único argumento de que fueron la fuerza más votada, no debían hacer nada  sino esperar a que el resto no se entendieran y ver si "sonaba la flauta" con su gran coalición. Muy poca política para un partido que se considera el adalid de la economía española y que fue votado por más de 7 millones de personas.

 Por otro lado quedan las dos fuerzas políticas que fueron las únicas capaces de sentarse y rubricar un acuerdo, pero que tampoco hicieron mucho más. Este documento más que para gobernar y conseguir una mayoría solvente en el Congreso, desprendía un olor a propaganda ante las nuevas elecciones, algo con lo que poder decir que han sido los únicos que han intentado hacer algo. Bien sabían que con ello no iban a ninguna parte, pero eso vende.
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 Este el panorama que nos deja la XI legislatura, donde nadie dialogó abiertamente y que nos dejará imágenes como rastas en el congreso, un bebé en el primer pleno, el beso de dos diputados y un aumento de la crispación digna de un país tercermundista.

  Si este es el cambio prometido.. A ver qué ofrecen ahora para que la gente vuelva a las urnas el 26 de junio.

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