sábado, 29 de marzo de 2014

La muerte silenciosa

-BANG.
  El estruendo  hizo temblar los cristales mojados de las ventanas de la mansión.  A María, que cosía en una habitación cercana, se le rompió el alma en mil pedazos. Se temía lo peor.
   Juan corrió como si la vida le fuera en ello. Con miedo abrió la puerta de la habitación donde hasta hacía cinco minutos todo eran risas inocentes. Al entrar vio una imagen que jamás pudo borrar de su mente, uno de sus hijos yacía tumbado en el suelo mientras que el otro, tres años mayor, empuñaba una pistola con la que habían estado jugando desde hacía rato.

¡Dios mío, la culpa es mía!- gritó María al ver la dantesca imagen. Alfonso aún respiraba. Inmediatamente los médicos acudieron a la estancia; solo pudieron certificar la muerte. La respiración había cesado. La bala le ha entrado por el orificio de la nariz. No podemos hacer nada- certificó uno de los doctores-  le había impactado en el cerebro.  Juan rodeó entre sus brazos al menor de sus hijos. Contaba con 15 años.

  ¡Solo jugaban, solo jugaban!- seguía gritando María. La culpa es mía- repetía una y otra vez sin encontrar consuelo-.Había perdido a su hijo. Había perdido la alegría. Yo les dejé la pistola, la culpa es mía-.

  La noticia corrió rápidamente entre los círculos nobiliarios de Estoril, lugar en el que Juan y María vivían alejados de una ajetreada vida que el destino ,y no ellos, les había castigado vivir. Casi nadie se enteró de lo sucedido. Era una familia demasiado importante para que esta muerte saliera a la luz.

¿Seguro que ha sido un accidente?- Preguntó Juan a hijo Juan Carlos-. Ha sido un accidente, la pistola se ha disparado sola. No sabíamos que estaba cargada. Respondió - Eran las 21.00 del sábado 29 de marzo de 1956. Nunca volvieron a hablar del tema. Nadie  lo volvió a hacer. El único testigo se llevará el secreto a la tumba.

  Dos días más tarde Juan Carlos volaba a bordo de un Hércules de la Armada para iniciar su formación militar. 19 años después, este adolescente que jugaba con armas aquella tarde lluviosa en el exilio de su padres, se convertiría en rey.

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